Desde que nace un bebé está preparado para descubrir el mundo que lo rodea. Sus cinco sentidos ya están desarrollados. Su curiosidad natural poco a poco lo llevará a explorar cada cosa que le llame la atención. Pero no en sus primeros años no cuenta con suficientes herramientas para hacerlo solo, ni física ni emocionalmente.

El principal estímulo para un bebé al principio es su mamá que, a través de sus cuidados, caricias, palabras, miradas y juegos va despertando poco a poco en el bebé. Es quien lo invita a aprender y quien cargará con un afecto y significado particular cada experiencia. Estimular al bebé es brindarle situaciones que lo inviten a poner en marcha sus funciones (en su primer año de vida el bebé conoce el mundo a través de los sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto) y a ir superando pequeños desafíos acordes a su etapa de desarrollo.

Se trata de generar un ambiente que favorezca un espacio compartido donde el bebé de alguna manera logre jugar a su manera. Las situaciones que se le presenten deben ser planteadas como desafíos: ni muy difíciles para que no le resulten inabordables y le generen frustración, ni dándole todo servido, como para que las resuelva rápidamente y sin esfuerzo.